domingo, 4 de septiembre de 2011

Semanario Proceso - Un minuto más de silencio. Periodistas asesinadas en México

Semanario Proceso- Análisis
Marcela Yarce y Rocío González Trápaga. Foto: Especial
Marcela Yarce y Rocío González Trápaga.
Foto: Especial

MÉXICO, D.F. (apro).- No fue “una señal pésima”, como supusieron algunos legisladores, que el penúltimo periodo ordinario de sesiones arrancara con dos minutos de silencio, uno por los 52 muertos del ataque terrorista al casino Royale, de Monterrey, y, el otro, por el asesinato de dos periodistas en el Distrito Federal.
No fue “una señal” como lo dijo el diputado del PRD, Agustín Guerrero. Es una realidad, una cruel realidad de México. Es el resumen de los cinco años de gobierno de Felipe Calderón, una muestra más, como las que se suceden día con día en distintos rincones del país, de un gobierno sangriento, necio, sometido a intereses que, por cierto, no son los de la población mexicana.
A Marcela Yarce Viveros, reportera y fundadora de la revista Contralínea, y a Rocío González Trápaga, periodista independiente, las asesinaron con saña. Entre los periodistas circula un correo en donde se asegura que “fueron torturadas, violadas, desgarradas (les arrancaron los pezones), golpeadas, amordazadas, asfixiadas” y sus cuerpos tirados desnudos en un parque de la delegación Iztapalapa, aunque la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ya aclaró que no existen evidencias de tortura.
Hasta el momento se desconoce si fue delincuencia “común”, venganza, ajuste de cuentas o a causa de su trabajo periodístico que fueron salvajemente asesinadas.
Del incendio en el casino Royale, de Monterrey, hasta el momento sólo se tiene la certeza de que hubo 52 muertos. Pero de los motivos que llevaron a los cinco asesinos confesos, miembros de la organización criminal Los Zetas, nada se sabe. Por ejemplo, no se tiene claro si actuaron por órdenes de quienes cobran el “derecho de piso”; si el ataque fue por cuentas pendientes con los dueños; si la competencia ordenó darles un escarmiento… En suma, en este caso la corrupción, el narco, el poder y las autoridades se mezclan. No hay claridad.
Como tampoco parece tener claridad Felipe Calderón Hinojosa de lo que está haciendo, del baño de sangre en que ha convertido al país y mucho menos de cómo, con sus acciones, ha descompuesto el tejido social. Un tejido que pasarán muchos años antes de que pueda restablecerse, eso, si llega a ocurrir.
El incendio en el casino Royale y el asesinato de las periodistas es el mejor resumen de lo que es el gobierno calderonista, ese mismo que ahora ofrece abrir una Procuraduría de Atención a Víctimas de la Violencia.
Ahora resulta que en lugar de crear instituciones para mejorar la vida de los mexicanos, el gobierno se tiene que centrar en abrir oficinas para encontrar a los desaparecidos que él mismo generó.
La sesión ordinaria del Senado de la República inicio por la mañana con un minuto de silencio. Para la noche, la Cámara de Diputados hubo de sumar otro minuto de silencio. ¿Cuántos minutos de silencio debemos de tener los mexicanos? Uno por los muertos de San Fernando, otro por los encontrados en las fosas de Durango; otro más por los jóvenes asesinados en Villas de Salvárcar, Ciudad Juárez, otro por los albañiles asesinados en La Marquesa; uno más por los 45 niños quemados vivos en la guardería ABC de Hermosillo, otro por… la lista se ha vuelto interminable.
Mientras los asesinatos siguen sucediendo, mientras los casinos siguen funcionando, mientras familiares de políticos se siguen corrompiendo y actuando como “coyotes”, y mientras el crimen organizado mantiene el boom en México, mientras El Chapo Guzmán sigue abriendo sucursales de su imperio de la droga en Sudamérica, y mientras las bandas criminales siguen lavando más de 45 mil millones de pesos en nuestro país, los políticos no atinan más que a pelearse, a echarla culpas unos a otros, pero eso sí, a convocar al diálogo.
Palabras huecas de Felipe Calderón, palabras huecas de todos los políticos de todos los partidos que no pueden hacer olvidar a los mexicanos este olor a muerte y miedo con que se vive en la mayoría de los poblados del país y en donde la única ley es la del crimen organizado.
¿Cómo fue que se llegó a estos extremos? ¿Cómo fue que nadie detuvo a Felipe Calderón? Ni el Poder Legislativo ni el Poder Judicial, todos ellos son cómplices de quien, para tomar posesión como presidente de la República, el 1 de diciembre de 2006, entró por la puerta de atrás, con la cabeza agachada y protegido por la Marina.
En este su Quinto Informe, Felipe Calderón puede informar a la nación que la única empresa que impulsó y fortaleció en estos años, — y con la que cerrará su sexenio en números negros–, será la industria de la muerte y todo lo que gira a su alrededor.

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